Estos filtros son los más conocidos, llamados también como protectores o skylight. Sirven para reducir en parte el efecto de las brumas o neblinas y a la vez proteger nuestro objetivo.
Aconsejamos su uso en los siguientes casos:
- Si hacemos fotos bajo una intensa lluvia.
- Si fotografiamos en la playa, para evitar salpicaduras o arenilla.
- Si hace un fuerte viento, para evitar que los granitos de arena rayen nuestro objetivo.
En las demás situaciones, es decir, la gran mayoría de las veces, no aconsejamos su uso, pues el efecto de la neblina lo podemos corregir fácilmente en la edición a nuestro gusto.
¿Y por qué no lo aconsejamos?
Piensa por un momento que te compras un objetivo de gama alta, con cristales de alta precisión y nitidez.
Si le ponemos delante un filtro UV, estaremos limitados a la calidad final de ese filtro de X pocos euros, frente a la posibilidad de tomar la foto con un objetivo de calidad soberbia.
Además, estos filtros provocan más flares en situaciones de contraluz o incluso luces fantasmas en fotografías nocturnas.
Creemos que son razones más que suficientes para no usarlos, salvo en los casos concretos que os hemos contado antes.
Sí, sabemos que cuando te compras una cámara nueva, los vendedores te recomiendan que le compres filtros UV protectores. Pero piensa antes de adquirir uno, si te compensa o no.